Una Pay anécdota: Pollo a la Piedra

Fecha: 20/05/2015

 

UNA  PAY  ANECDOTA:

 

El viernes en la sobremesa del almuerzo induje a quienes allí se encontraban a recordar y contar algún hecho anecdótico con el afán de obtener una que mereciera ser contada­ en la WEB; de inmediato afloró una tras otra las historias de la vida laboral. Sin dudas hubo una que sobresalió y su relato realizado por uno de los  protagonistas nos hizo reír a carcajadas al unísono a todos los que la escuchamos.  Varios de nosotros retomamos el trabajo, con el rostro dibujado por una mueca de sonrisa. Como se dice hoy, “le di un poco de color” para armar la historia. Todos los participantes son reales y se nombran por sus apodos, todos vivitos y coleando a excepción de “la Perla” que según dicen murió del corazón producto de la terrible angustia que le causo el corte del puente de hace casi una década, “Tucha”  jubilada hace años y “Toranaga” aún en actividad, todos son coincidentes en afirmar que ambos tienen asegurada la longevidad…………. “tienen muchas que pagar”.

 

POLLO A LA PIEDRA

Corría el año setenta y pico yo tenía unos veinte años muy enamorado y recién casado. Luego de un concurso ingrese a la DNA y de inmediato me asignaron al Puente Internacional Gral. Artigas casi recién inaugurado, cumplía el turno de  6:00 a  14:00, me decían “Peti”. Hasta el lugar me trasladaba en un viejo ómnibus de COPAY de la línea 104 que cubría el trayecto Hospital -Puente. Aquella mañana de sol resplandeciente con una leve brisa, llegó como lo hacía cada día aquella doña que la llamábamos por su apodo “La Perla” una señora que tenía por oficio ir a Colón por lo menos una vez por día dependiendo del clima y la disponibilidad de efectivo. Por aquel entonces surgían los primeros comercios de venta de pollos, por aquí era un tanto difícil conseguirlos ya que no estaba impuesta esa cultura gastronómica  y más que nada en Paysandú lo común eran las gallinas tapadas de grasa amarillenta que compraban nuestros padres y abuelos a los vecinos que las criaban en los fondos de sus casa en prolijos gallineros. Doña Perla como cada día con su voz fuerte nos decía: mijito no precisa nada del otro lao mire que están vendiendo unos pollos especiales en lo del Turco que comprando por yunta los rebaja a $ 1 el kilo, tantas veces nos lo ofreció, cuanta cantidad de visitantes a Colon veíamos a diario regresar con las promocionadas ofertas; que con mucho susto y a escondidas de los encargados “Toranaga” y “Tucha”, con los cuales casi no cruzábamos palabras, gente grande con una imponente presencia con cara de circunstancia que infundían  respeto casi de miedo,  junte coraje y le dije a mi compañero “La Hiena” también nuevo como yo; que te parece si nos encargamos una oferta de esas….., hicimos la vaca y ahí quedamos,  esperando los famosos pollos. Al día siguiente los dos teníamos libre y ya comenzaba a imaginarme una espectacular noche, proveerme de vino blanco dulce pues decían que el pollo se acompañaba con esa bebida, y luego bueno………. Dios dirá………. por aquel entonces no tomaba mate ni tenía televisión. Volví a casa con aquel plumífero argentino, le dije a mi esposa,  “mi cielo mira lo que traje para la cena”, mientras yo lo apronto  “mi amor tu puedes traer del boliche de Dutor Hermanos un litrito de vino blanco suelto dulce de la bodega Firpo me lo recomendaron como bueno”.  Embadurne con abundante manteca casera por fuera  lo tapice de sal gruesa y lo mande al horno de la  cocina TEM regalo de casamiento, al poco rato desprendía un exquisito aroma. Con un verdadero ceremonial preparamos la mesa; pusimos las copas,  “todo pronto mi vida” dije;  tú te encargas de trozarlo; por supuesto respondió ella. Lo que siguió fue un verdadero desastre…….. cuando hundió con fuerza la cuchilla en el medio de aquella ave se escuchó un chirrido extraño, al abrirlo  descubrió que estaba relleno con piedras, me cuesta aún recordar este instante, todo se transformó en un segundo, mi esposa en medio de “cierta hostilidad” me espetaba: vos por ahorrar unos reales compras cualquier porquería y…….. Ahí concluyo la cena antes que se iniciara, afeitado y sin visita, me quede sólo en la mesa; bebiendo aquel vino dulzón de fuerte efecto cabezón.

Salí como a las 05:30 a esperar COPAY en la esquina de 19 y Oriente para  ir al puente, llego el coche de color amarronado, subí y me senté junto a La Hiena  mi compañero, luego de saludarnos de manera inmediata relate lo que me había sucedido; y me responde con su voz aflautada: vos sabes que a mí me paso lo mismo.  En ese momento dentro del ómnibus hicimos un pacto, consistía en desprestigiar al tal del Turco promocionado comerciante avícola. Cuando podíamos nos cruzábamos para la senda de salida e intentábamos ejecutar  nuestra venganza sugiriendo a los viajeros que no compraran pollos a ese chanta, que les ponía piedras para aumentar su peso y así  obtener pingues ganancias burlándose de los clientes uruguayos. Enseguida nomás notamos que ya no venían tantos pollos, nosotros estábamos felices, de alguna manera me resarcía en cierta forma de aquella noche frustrada……. y de la primera rencilla matrimonial.

Pasaron algunos días ya casi nadie compraba pollos en aquel local y se rumoreaba que el Turco estaba con problemas económicos al borde de la quiebra.

Alrededor del mediodía de repente llegó una vieja camioneta de color azulado un poco desvencijada, de la cual abruptamente descendió una persona con un ropaje blanco con manchas de sangre, con el rostro desencajado llevando a la cintura una enorme vaina con su correspondiente cuchillo, agitando por los aires un raro elemento al parecer de cuero, avanzaba con un tranco rápido directamente hacía mí. En ese momento siento a mi espalda un grito aterrador de……….HAY DIOS MIO!!!!!! QUE LOCURA VA A COMETER ESE HOMBRE!!!!!. En todo el tiempo que llevaba en el puente nunca había visto a aquella señora “Doña Tucha” tan alta como ancha dirigirse con tanta agilidad propia de un atleta al encuentro de aquel hombre de la camioneta. Cuando llegó a él no sé cómo hizo pero lo detuvo y tomándolo del brazo lo llevó a empujones casi de arrastro  hasta la camioneta alejándolo de nosotros en medio de epítetos irreproducibles de elevadísimo tono,  yo y la Hiena no entendíamos nada de lo que estaba sucediendo. Pasaron los minutos y aquella situación poco a poco retomo la calma. A veces parecía que doña Tucha nos señalaba y extrañamente ambos reían, nosotros mirábamos atónitos aquella situación sin comprender nada. Por fin el hombre se subió a su camioneta y despidiendo una densa humareda se retiró pasando por delante nuestro sin pronunciar palabra alguna. Como ya mencioné en aquellos tiempos el dialogo era ínfimo, menos aún pedir explicaciones sobre lo sucedido, por lo cual hacíamos suposiciones de todo tipo sobre el hecho.

Pasados los días aparecieron nuevamente los pollos; nosotros de vuelta a predicar sobre el no comprar a aquel depravado comerciante, en eso estábamos;  cuando de pronto siento sobre mi espalda la potente voz de Doña Tucha que me dejo paralizado ordenándome que la acompañara de inmediato a su oficina,  la seguí detrás casi temblando. Entró ella y luego yo, cerró la puerta dando un portazo, se paró de frente como a un metro de distancia aquella figura metía miedo. Me clavo la mirada, sus ojos parecían saltarse y dijo entonces: mira chiquito…..te salvé de que te dieran una soba con arreador…… te acordas del que vino los otros días en una camioneta, ese es el Turco dueño de la pollería del otro lado…. el hombre estaba furioso con ustedes por arruinarles su negocio…… lo supo por doña Perla que comentó lo que hacían ustedes instando a no comprar en su comercio, luego de un estruendoso suspiro continuó diciendo…… ahora debo confesarle una cosa; el Turco no tiene nada que ver, las piedras se las puse yo y Toranaga, él las trajo del patio de la CARU y entre los dos las lavamos cuidadosamente en la pileta de la cocina y en un momento que ustedes no se percataron de nada , les rellenamos los pollos, resoplo y concluyó……… es lo que llamamos pagar derecho de piso.

Mi primera reacción fue de tremenda bronca,  por respeto guardé silencio y baje la cabeza pero cuando me retiraba, internamente estaba a punto de explotar al contener las ganas de largar la carcajada, salí disparando a contárselo a la Hiena.

Que época la de antes, cuantos recuerdos;  tanta ingenuidad teníamos?, perfectamente aquella venida del Turco pudo haber tenido un desenlace diferente, quién sabe; por suerte puedo contarlo, a pesar del tiempo no puedo dejar de lamentar lo de aquella noche con mi esposa,  tan distinto a lo imaginado para esa velada,  que acaboócon un concierto de tambores en mi cabeza como resultado de la ingesta de aquel finísimo vino blanco, ahora en este preciso momento……..me agarró la nostalgia …….hoy tomo mate varias veces por día y me duermo mirando televisión.

 

Míster POP.