Una noche de invierno del 96

Autor: Eduardo Santana (Aceguá)

Fecha: 19/05/2015

La convocatoria para enviar escritos sobre anécdotas, vivencias, experiencias que nos conectan con nuestro trabajo, con motivo del Día del Libro,  suena a que se refiere solamente a hechos buenos, alegres, exclusivamente positivos, pum para arriba!; dice sutilmente “los que integran nuestra cultura organizacional”, como marcando la cancha, alusivos solo a la cara simpática y linda de la Aduana, la que hay que mostrar a la sociedad y al mundo; pues, yo voy a relatar algo sobre otra cara no tan linda, no tan agradable,  otro aspecto de la función aduanera.

“Era una fría noche de invierno allá por el año 1996; yo estaba solo, de servicio en el Resguardo de Ruta 8, Km 402, tramo Melo – Aceguá. Había una espesa niebla y ya era entrada la madrugada, si no recuerdo mal serían las 2 a.m. aproximadamente. Estaba adentro de la casa, estufa encendida, buen fuego. A esas horas había poco tránsito, pasaba un vehículo cada una o dos horas, más o menos. Detrás del Kiosco (como le llamábamos al puesto) 200 mts al Oeste estaba y está el Club Campestre, al costado la casa del “Vasco” Recarte, los únicos vecinos cercanos. Al Este, enfrente, cruzando la ruta, nada… solo campo. Las demás casas comenzaban en el Camino Vecinal, unos 500 mts. al Sur, donde empieza la Zona Norte (gran barriada de Melo), a la derecha el Barrio Castro, al centro los Barrios García y Leone, a la izquierda el Cenceli.  Al Norte campo y chacras, la casa más cercana a 1 Km, y la ruta hacia Aceguá, en la frontera con Brasil (60 km).  A ambos lados del puesto, distantes unos 10 mts habían 2  columnas con focos de luz a gas mercurio, uno a veces no funcionaba, quedando el sitio en penumbras. Bueno, esto es un “pantallazo” general de la situación del lugar donde aconteció lo que voy a contar:

Estaba ahí, cavilando, tratando de ver algo a través de la niebla cuando escuché apenas un ruido de motor, pero no entendía si venía del lado de la frontera o de Melo; salí a la baranda, hice señas con mi linterna, un vehículo pasaba casi enfrente, de Norte a Sur; podría venir de Aceguá o ser algún vecino de un Paraje cercano, Paso de las Tropas, Tres Boliches, Cañada Simanca.  El auto, un Chevette de los viejos, modelo 70 y algo me pareció, se detuvo unos metros más adelante y se bajó un hombre, estatura mediana, fornido, haciendo ademanes exagerados con ambos brazos, vociferando, pero no lo distinguía bien y no entendía qué decía, era una lengalenga  en portuñol; di unos pasos adelante y él empezó a acercarse, caminaba balanceándose, siempre hablando, entonces… ví sus manos:  en la derecha traía un revólver y en la izquierda una botella de whisky brasilero Chanceller ya para abajo de la mitad. Apuró el paso y me apuntaba sacudiendo el arma, bebía un trago, chorreándose, ya lo veía bajo la luz de la baranda, con la cara desencajada, colorada, los ojos desorbitados, me decía gritando: “ a ver…dónde están los aduaneros “guapos” que van a sacarme as mercadorías que trasso no meu carro!!!  Onde están  caras!!!”  Se golpeaba el pecho…  “ yo quiero que alguien me pare, que alguien intente me prender!!!”     Siempre apuntándome y bebiendo…

Yo estaba desarmado, sobrio, totalmente sorprendido por la situación tan imprevista en la que me encontraba. Por segundos no entendía bien si realmente estaba sucediendo, y la verdad… qué les voy a mentir… me apreté mismo!! Pensaba a mil revoluciones, evaluaba mis posibilidades de defensa, mi mecanismo de supervivencia, mis sentidos, todo se aceleró al máximo, y como se darán cuenta, en ese momento mi mayor prioridad era YO!!!   Me olvidé de la Aduana, Ministerio, Gobierno, responsabilidades y funciones inherentes al cargo, si el tipo llevaba contrabando, la Ley 13.318, etc etc!!!  me importó un carajo el que dirían, el que dirán!!!  Solo pensé en lo primero: SALVAR MI VIDA!!! Y pensaba en mi madre, mi padre enfermo, mi hermana, mis sobrinas, en mi compañera de aquél entonces, los amigos… todo pasaba vertiginosamente por mi cabeza!!!  Estaba cerca del teléfono pero no me daba el tiempo ni la distancia que nos separaba, para cerrar la puerta y trancar, además las ventanas tenían vidrios grandes, sin rejas, seguridad cero.

El se dio cuenta, como también se percató de que no había nadie más que nosotros, y me dice, achicando los ojos, calculando:  querés llamar a tu Jefe?  A la Policía??  Será que te doy tiempo??   No será que te “pelo” antes???   Supe que no podría hacer nada, que no podía hacerle frente, que arriesgaría mi vida, entonces… respiré hondo, no le grité, no le dije que se fuera, no intenté detenerlo, al contrario, le seguí la corriente, le hablé suave, casi amigablemente, lo invité a calmarse, sentarse, le pedí que me contara qué le había pasado, si había tenido un día difícil, cosas asi…   le llevó un rato largo calmarse un poco, por varios minutos siguió gritándome, insultándome a mi y a todas las autoridades, aduana , policía, barrera sanitaria… éramos todos una mierda!!!

Empezó a desahogarse:  “ hoy de tarde la policía de la quinta sección allanó mi casa en Noblía y pegou toda a mercadoría que eu tinha lá!!!   Yo no estaba, se aproveitaron, estaba mi mulher y mi hija, solas!!!  Son unos hijos de p…!!!”   se bebió dos laaargos tragos del Chanceller y continuó hablando, más furioso, entrecortado…” cuando llegué  mi mulher me contó o que aconteceu llorando!!!   Ahí, consegui este carro emprestado, fui al Paso de la Mina, cargué unas garrafas de gas y 5 fundas de caña que tenía en casa de un amigo, agarré el revólver, esta botella, y me largué pa la ruta, a ver si alguna autoridá salía a pararme!!!  Los voy a cagar a tiros!!!”  Hacía ademanes con el revólver, bebía otros tragos;  a veces, por segundos, se tranquilizaba, como que entraba en razón, pero… volvía a enrabietarse!!!  Estaba desaliñado, sucio, la camisa con manchas de grasa por afuera del vaquero también sucio y roto en las rodillas; hacía frío afuera, debía haber 0 grado o menos pero él no lo sentía por la calentura y el rencor que lo embargaban. Por momentos se lo notaba frustrado, impotente, casi al borde del llanto…de repente, reaccionaba, seguía bebiendo y volvía a enloquecerse.  Así  siguió como una hora (mientras vi pasar 2 o 3 autos y pensaba si alguien llegara se acabaría esto, el tipo se iría) y yo continuaba hablándole despacio, poniéndome de su lado por supuesto, entré a darle la razón en todo!!  No me invitó con un trago si no seguro terminábamos como chanchos en el barro  jajaj!!! (ahora me río pero el calambre era grande en aquél momento, no dejaba de pensar… si pasara la camioneta de la  14ª….)

Poco a poco empezó a bajar revoluciones, se le empezó a notar cansancio, o quizás empezaba a hacer efecto el alcohol; yo seguía tenso, hasta cuando duraría esto!! de repente me mira fijo a los ojos y me dice:  “todos los aduaneros son una m… pero vos… vos pareces buena gente…” (paaa, pensé,  por fin, qué alivio, se terminó)  “ pero igual te aviso, sé onde vocé mora,  conozco tu familia, sé onde procurar vocé,  me entende?  repitió:  me entende??!!  Asentí  por supuesto, y con esas amenazas que quedaron resonando en mi cabeza, se fue, subió al Chevette con sus garrafas y caña, y arrancó rumbo a Melo.-

No soy religioso, pero creo que algo extraterrenal, divino, o casualidad, o destino, no sé, algo… hizo que yo no estuviera armado esa noche.  Tenía un antiguo Colt 38 largo, herencia de mi padre, a la vez herencia de mi abuelo, que a veces portaba solo para defensa, prevención, nunca en mi vida tuve que usarlo, por suerte!!  Pero… si lo hubiera tenido esa noche talvez hubiera hecho un intento por defenderme y ahora pienso:  habría muerto, o él, o ambos…  o hubiéramos quedado tirados en el suelo, desangrándonos hasta que alguien nos encontrara… Pero, nada de eso pasó y los dos salimos vivos y coleando del trance.  Dejé de pensar, calcular, etc, aflojé la tensión y me vino un cansancio, una mezcla de flojera con alivio me invadió y me senté, escuchando el ruido del motor alejándose… estuve casi casi por llamar al Jefe de Servicio, o a algún colega,  en una y en dos por llamar a la Comisaría de la 15ª. por la que casi seguro pasaría en frente, provocando, pero… sus últimas palabras me frenaron.-

Sé que este hecho, cuento, anécdota, o como quieran llamarle, no aporta nada a la Aduana actual, moderna, 100% eficaz, informática, virtual, continuamente cambiante, que sólo persigue logros, metas,  que intenta por todos los medios insertar al paisito en vías de desarrollo entre los monstruos súper desarrollados, ir a su par, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, para la que los funcionarios dejamos de ser personas hace tiempo, convirtiéndonos en simples dígitos, eslabones de la cadena burocrática.

Estoy seguro que más de un compañero de tierra adentro, en algún Resguardo fronterizo, en algún camino rural o rutas alejadas, le ha tocado vivir situaciones o trances, y más en horarios nocturnos donde “todos los gatos son pardos”, en las que han puesto en riesgo sus propias vidas en cumplimiento de su función!!  Para todos ellos, bastiones de la “guardia vieja”, algunos ya fallecidos, otros  jubilados, otros pisando la raya como yo, un abrazo grande con olor a monte y sierra, sabor a rapadura y caña brasilera!!!