Amaneceres...

Fecha: 20/05/2014

AMANECERES…

Tal vez la vida me haya dado el privilegio de vivir junto al mar, de ver amaneceres de soles redondos y luminosos que relampaguean en el mar calmo de la mañana; tal vez los sonidos de las olas “reventando”en la tranquila mañana, se mezclen con los de la naturaleza verde de los montes costeros y allí nazca la conjunción perfecta de ese lugar con perfume de mujer ,que me ha embrujado desde siempre.

Salíamos a caminar por la costa tempranito, era la manera de acostumbrarlos a levantarse temprano y ver como se hacia el día, con todo lo que nos brindaba ese mar inmenso, lleno de cosas nuestras,lleno de soles y de espuma. Solíamos llevar agua, caña y reel y el consabido balde negro para cargar con las piezas que pudiéramos robarle a ese inmenso azul, en épocas que la pesca era una costumbre, y” había pique”  todos los días  .

Todo comenzaba cuando sol por medio, mis gritos eran indicadores de que la jornada era ir de pesca; la locura del Morgan, un perro que hasta hoy es apasionado por el mar, que corría de un lado a otro y saltando sobre sus camas, era el despertador implacable, anunciando un dia de alegría, tironeando de sus sábanas o elevando alguna almohada dormilona, que caía al piso o aparecía en el patio.

Mientras las caras dormidas trataban de despertar con un poco de agua y los cepillos de dientes zumbaban en su sonrisa forzada, porque sin cepillarse los dientes ni lavarse la cara, no había desayuno, ese desayuno que  yo me dedicaba a prepararles con mucho cariño,el famoso y consabido “vaso de Toddy” que con pan calentito de la mañana, era la delicia de mis hijos.

Tomar el desayuno comprendía muchas cosas, como  no dejar” toddy” en el fondo del vaso, luego lavar el vaso pues cuando mami se levantara y los viera sucios ,seguro “sobraba para mi”, y las sabanas que había que sacar para  ser ventiladas antes de partir de pesca.

Todo ese ritual mañanero, me permitía, casi jugando, ir dándoles ejemplos  de orden, higiene y diversión, en ese intento de educar, dentro de mis pocos conocimientos y mis miedos de crianza  de gurises ,y esa falta de manuales o escuelas para padres que educamos, “haciendo camino al andar”.

 Por un lado Diego que con mucha dificultad, acercando sus ojos que poco veían, a una  caña impecable de limpia que lavaba la noche anterior, y su reel que lucia aceitado desde la noche anterior, también con mucha dificultad, pero ya “entrenando” su futura ceguera, en una comunión muy especial, con un cariño muy especial hacia sus enseres de pesca, que aún se conservan ;asi quedaron cuando sobrevino su desgracia y ya no vio más su amada caña de fibra y su complicado reel, máquina infernal con tornillos y piezas muy pequeñas que eran todo dificultad para él, pero que su inteligencia le permitía manipular a mil maravillas.

Por otro lado Daniel, con su silencio atroz, manejando hábilmente sus enseres de pesca ,hablando poco y con su notoria habilidad manual para todo, cosas que le permitía también una “maniobrilidad” admirable con su reel  y sus “empatilles”,habilidad que extendía solidaria hacia Diego que poco veía, soportando las críticas de Juan Manuel, que le cuestionaba sus “empatilles” y sus ataduras complicadas ,porque pretendía hacer otro nudo más fácil  para la consabida plomada…plomada que luego seguiría de largo hacia al el mar inmenso, en la primera tirada, por su pésima unión de tanza y plomada; y ya era menester ,echar mano al cajoncito para reponer , que era exclusiva porque a Juan le gustaba que fuera “diferente a los demás”... y terminó perdiendo tres hermosas plomadas que le había encargado al Flaco Lorenzo, chofer de la ONDA a Montevideo.

No se si la habilidad manual tiene algún sentido que la determine, pero si puedo decir que Daniel y Diego reciben genes de esa virtud de su progenitora, excelente tejedora ,costurera ,repostera, cocinera, artesana de todo, y de otros etcéteras; en cambio  a Juan Manuel le tocaron los míos…y grandes dificultades para todo lo que signifique atar, empatillar,” mover los dedos” en la intentona de crear algo…ni que hablar de cocinar ,coser, y otros etcéteras…

Después de acondicionar hasta la comida del perro, pues según Daniel ”podía sentir hambre” ,partimos lentamente y yo “cargado hasta los topes”: conservadora con meriendas, silla de playa y sombrilla…”que hay que llevar por el sol”, según su madre, y un bolso en bandolera con todo lo que significa “bajar a la costa”: que protector solar, que botiquín de primeros auxilios ,por si algún pinchazo con anzuelo al encarnar, termo u mate y la infaltable petaca con el “wiskecito”…

Subir el médano hacia a la costa y los gritos “Papi ¡¡¡… se me enterró la chinelaaa¡¡¡… era todo uno; después de un periplo interminable de desenterradas de chinelas, de discusiones de: … “tu llevas menos que yo”… “por tu culpa me olvidé del cuchillito pa´ abrir los pescados…” ..”ese es mi gorro¡…” llegamos a la orilla del agua ,prontos a instalarnos.

Reposera y sombrilla juntas, conservadora debajo de la sombrilla para que se conserve lo helado, mate y termo pegado y lugar para el perro que ya se acuesta sin dejar lugar a nadie en la mejor parte de la sombra…

Luego vendrá “el encarne” ,y la tirada, acción donde nace la solidaridad con Diego y entre los tres solucionan problemas de los anzuelos, tratando de sacar la almeja mas grande cada uno para sí, cosa común en pescadores y más cuando los une la “sangre de la hermandad”.

Por supuesto, pelea en fija..¡, para finalizar en la paz del “dedo amartillado sobre la tanza,” escuchando el tirón y el cabeceo de la línea, que indica que “se prendió” el pescado, y hay que pegar el tirón “pa´que se enganche y no escape”.

De todos modos, se trata de compartir cosas, se trata de aprender a ser padre por mi parte y que sean amigos y solidarios por parte de ellos, en una conjunción de cariño y amor por la familia, dado que hasta la madre descansaba del “trajín de madre”, usufructuando un sueño reparador ya con el sol alto, para luego preparase a escuchas  esos cuentos de sus hijos, con alguna mentira que otra como todo pescador, y esa alegría contagiosa  de tres  hijos satisfechos, felices, aprendiendo solidaridad y hermandad en tan solo una mañana de pesca.

 

                                                                                                                                “Juan Albañil”